“Querida:
Te escribo esta carta para confesarte muchas cosas.
Hace mucho tiempo que me gustas. Desde la primera vez que te vi, me llamaste la atención sobremanera. Sentada en donde no debías, haciendo preguntas y mirando descaradamente. Ese día no imaginé que me pasarían otras cosas más adelante.
Debo decirte que cada vez que te veo, me siento distinto. Me transporto a un mundo nuevo en donde sólo existe un nombre, y es el tuyo. Un lugar donde mis sueños son reales, y puedo verte a mi lado sonriendo, abrazándome, y diciéndome que me quieres.
He de revelarte mis más profundos sentimientos por ti. Un cariño casi infinito que no basta aún para llegar a lo que creo necesitas. Palpitaciones incesantes que a cada segundo resaltan en mi pecho, sólo con pensar en ti. Pelos de punta que se ponen de pie por todo mi cuerpo de sólo imaginar un roce entre nosotros. Labios que tiritan de miedo, ganas y ansiedad, cuando pienso en un beso tuyo.
Desde hace tiempo que te veo, y te vas transformando de a poco en uno de esos pensamientos recurrentes en mi cabeza. Te extraño despierto, y te añoro en mis sueños. Te deseo en soledad y no te olvido en compañía.
Te confieso que te quiero en secreto, cada minuto sin ti, y además te quiero cuando estoy contigo, preciosos momentos que atesoro con toda mi alma.
Sinceramente, tu admirador no secreto.”
