martes, 18 de enero de 2011

Negligencia

Una larga fila de autos se vio esa tarde entrar al hospital Barros Luco, precedidos de una carrosa fúnebre cargada de flores. Luego de haber recorrido la gran avenida, el callejón ovalle, y la caletera de la panamericana hasta el parrón, la viuda pidió indignada al cochero que volviera al centro asistencial. Totalmente enlutada, cruzó el portal de urgencias, se dirigió hasta informaciones y pidió hablar con el médico de turno. Nada le gustó que, a pasos del cementerio, su marido la avergonzara alegando que aún estaba vivo.