lunes, 9 de marzo de 2009

(sin título)

Se levantó del suelo, sin saber donde estaba. Se enfiló rumbo al pueblo más cercano, dejando atrás aquel accidente del que nada recuerda. De entre los escombros y llamas asoman gritos de auxilio. Una mujer desesperada intenta despertar a su inconciente hombre, que yace colgado de cabeza del cinturón de seguridad. El hombre siguió su camino sin voltear, sin saber donde quería llegar. Dejando atrás aquel accidente, su auto, su esposa, su imprudencia y su cuerpo inerte.

2 comentarios:

  1. Las micros olían mal antes del transantiago, y es de ese entonces ese texto del perrito de nariz rosada. Soy una defensora del transantiago, aunque soy de los perjudicados, porque, a pesar de todo lo que diga la prensa y la gente, es pulenta la bip!, las micros modernas, los trasbordos gratis, las puertas cerradas y los choferes que han salvado su pellejo.
    ¿En qué Freire del mundo vives? ¿La Cisterna?
    Oye, yo también soy de la Usach.

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  2. Delectatus sum legendo scriptura tuam.
    Nulla res tantum ad discendum prodest quantum scriptio.

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