martes, 15 de diciembre de 2009

Requiem por un amigo

Fuiste la hermana que nunca tuve, mi consejera y mi paño de lágrimas. Compartimos penas y alegrías. Eras una muñeca de porcelana que debía cuidarse de manera muy especial. Dejé que se acumulara el polvo en tu rostro, y te marchaste. Debí limpiarte, y en vez de eso te olvidé en esa repisa, donde enmarco a mis mejores amigos. Ahora sólo queda la marca de tus pies sobre la superficie cubierta de polvo. No sabes cuanto te odio. Ten en cuenta que sólo se odia a aquello que se quiso con todo el corazón. Sin darme cuenta, me iré quedando solo…

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